jueves, 16 de junio de 2011

Telephones 1995, The clock

El tiempo real está definido por una plenitud aparente. Ninguna ausencia o pérdida de tiempo es visible para el ojo  accesible para el espectador. Pero esa continuidad temporal esta, de hecho, obsesionada por la ausencia, por el extravío de tiempo representado en la división entre fotogramas. Durante la proyección de un film, el espectador permanece en una inadvertida oscuridad durante casi el cuarenta por ciento del tiempo de proyección. Por lo tanto, mucho de movimiento o del movimiento o del tiempo supuestamente registrado por  la cámara simplemente no está ahí sino extraviado en los intersticios entre fotogramas. Estos intersticios, cruciales para la representación del movimiento, deben permanecer inadvertidos. El cine nos presenta un simulacro de tiempo.
Doane Mary Ann, the Emergence of Cinematic Time. Modernity, contingency, The Archive, Cambridge, Harvard University Press, 2002, Pág 172   

El reloj de bolsillo es como una prótesis que permite al cuerpo acomodarse a los ritmos de un mundo gobernado por los tiempos del telégrafo, el ferrocarril y la fabrica. Multitudes y tecnología. El cine, que esta surgiendo en ese preciso momento, debe incluirse, entonces, dentro de una cultura del tiempo propia de la modernidad capitalista.
Oubiña, David, Una juguetería filosófica: cine, cronofotografía y arte digital, Buenos Aires, Manantial, 2009. Pág. 34

Cristhian Marclay









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